lunes, 7 de febrero de 2011

Rosa Silverio (República Dominicana)


Constatación


He visto mi rostro en el espejo
el pasar de los años
el estropicio que dejó la tormenta

He visto mi vida en una ráfaga de segundo
y he comprendido
lo mal que lo he hecho todo

No hay amor que no haya despedazado
No hay amor que haya sobrevivido a mi tortura

Cansada de andar
he detenido la carreta en esta casa
he lavado el dolor en la vieja jofaina
y me he acostado con la certeza
de haber caminado demasiado

He sido para mí misma mi peor estratagema
Por necedad he bebido del agua equivocada

Con resignación miro los relojes
esperando a que caigan las hojas de mi árbol
Ya nada espero aunque lo haya dado todo
porque todo lo que di lo he roto en su momento

He sido torpe, lo reconozco,
pero nada me importa
lo único valedero ahora mismo
es el azul que pervive en mi memoria
el irresoluble enigma de la vida
y la constatación de la caída en todos los espejos.



Canto a la mujer que se consume



Una mujer se levanta en la mañana
emprende el camino que la espera
Cualquiera diría
que estamos ante la última heroína
pero en sus aguas hay algo turbio que ella esconde
y que intenta proteger a toda costa

Hace muchos años
en el tiempo de la raíz primigenia
incluso antes de que el árbol fuera árbol
y el fruto fuera fruto
esta mujer levantó una cruz en su calvario
y se dedicó sin piedad a la matanza

Hoy ella deberá pagar sus crímenes
los poetas ya han hecho la hoguera
y a su alrededor baila el enemigo

Mujer
no hay forma de que puedas eludirlo
nadie te librará de tu condena
las Keres ya están listas para el ataque
y Némesis blande en su mano la guadaña

Pobre Athenea derrotada
llama que sin remedio se consume
para ti se han acabado los caminos
sólo el amor persiste en su afán de rescatarte

Mujer
carne de tu carne
polvo, naranja, costilla, sangre, nervios, espina dorsal, brazos, piernas, cerebro, corazón, pensamiento y vida
por ti se han abierto y desaguado los cielos
se han quemado muchas ciudades
a ti te han perseguido y asesinado
con dureza han sido condenados tus pecados
y a tu jardín han ido a parar todas las piedras
Ha llegado por fin la hora de tu muerte
el cuervo ha detenido su viaje
y espera paciente su carroña

Muere, mujer, consúmete
dirígete hacia el fondo de ti misma
y desaparece.


Silencio



Recorro el silencio
lo palpo
construyo una casa sobre sus hombros
escalo sus inmensas colinas
ruedo cuesta abajo

Miento cada vez más
y soy exacta en la mentira

La mudez despliega sus garras
y ya no hay voz ni llanto ni palabra

Siento el peso obligatorio de la piedra
el amor que se escapa
el silencio que camino, el que macero
el hundimiento del barco de la infancia
el repudio de mí misma

Para sobrevivir al mal
me refugio en la locura
y cedo la palabra.



Testimonio




A lo lejos está el apartheid en Sudáfrica
y los miles de casos denunciados
A lo lejos están el humo y las cenizas
en el campo de exterminio en Auschwitz
A lo lejos están los sitiados en Leningrado
en la época del hambre y de la guerra
A lo lejos están los stukas alemanes
y los infiernos que iluminaron a Guernica
A lo lejos están los ingenuos que cayeron
en la interminable Guerra de Vietnam
A lo lejos están los cerezos de Hiroshima y Nagasaki
y las dos bombas redentoras
A lo lejos están los hutus y tutsis
y los bailes de machetes en Ruanda
A lo lejos está una isla en el Caribe
y la sangre taína seca bajo tierra.

A lo lejos está la mayor creación: el hombre
semejante a un volcán o a una daga.

A lo lejos canta una madre en la cocina
y el recién nacido duerme sin presagiar lo que le espera.

A lo lejos el poeta escribe del amor y de la rosa.

Allá abajo el implacable cocodrilo se burla de nosotros.






editor

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