martes, 2 de noviembre de 2010

El mapa no es el territorio




El mapa no es el territorio
Por Juan Cameron

Hacia finales de 2007 aparece El mapa no es el territorio, una antología de la poesía joven de Valparaíso con recopilación y prólogo de Ismael Gavilán Guzmán. El trabajo responde a una necesidad mayor de difusión de las obras en plena germinación y, por otro lado, sirve para establecer nuevos nombres en el canon.
Su método de selección resulta el único correcto en vías a determinar la poesía producida in situ. En tanto intención, el título y su posterior desarrollo abarca autores de la región, aborígenes o llegados a un espacio determinado por un tiempo indeterminado. El territorio de la poesía no es otro sino el lenguaje. Y, agréguese a ello, la comunidad que el oficio genera entre los pares.
Puede haber, por cierto, autores presentes o ausentes a criterio de los lectores. En las marcas provinciales y temporales una cifra aproximada señala a casi mil doscientos individuos reconocidos socialmente como tales. Toda elección, por tanto, responde a un eje central que, en este caso, gira en torno al Taller de La Sebastiana y en el Seminario de Reflexión Poética celebrado en el mismo centro cultural, entre los años 2005 y 2006, instancias en las que el recopilador tiene un rol protagónico. El otro parámetro señalado por éste es su voluntad de continuar el excelente registro iniciado por Carlos Henrickson y publicado en la revista Aérea en 2004 y 2005.
Se trata, por lo demás, del primer libro de la Agencia Editorial FUGA. Un ejemplar que a primera vista es agradable, elegante y de buen formato. En un poco más de trescientos cuarenta páginas reúne la contribución de una treintena de autores, algunos jóvenes y otros no tanto, para culminar con las correspondientes y necesarias fichas, elementos todos que denotan seriedad, rigor y amor por el oficio. Cada poeta inicia su intervención, al modo de la conocida antología 25 años de poesía chilena -de Teresa y Lila Calderón y Tomás Harris- con una descripción de su poética.
El antologador se arriesga por producción de muy reciente data, e inéditas, pero al mismo tiempo inicia su estudio en áreas demasiado cubiertas por la información, como lo es la de los más jóvenes integrantes de la promoción de los 80. No es que existan demasiadas publicaciones al respecto, sino que no calzan en el título propuesto.
Porque en relación a los mayores debe ubicar trabajos ya consagrados y de estilo reconocido, como los de Sergio Madrid (1967), Sergio Muñoz (1968), Marcelo Pellegrini (1971) y Felipe Hernández (1973) junto a autores que, por el momento, resultan menores. Y no puede resolver el molesto asunto de la auto referencia. Una solución habría sido partir con los que recién alcanzan la treintena: Eduardo Jeria (1977), Pedro Godoy (véase Geisse, 1977), y Jorge Polanco (1977), nombres por lo demás con características propias. De allí quienes les continúan en edad tienen asegurado el futuro: Claudio Gaete (1978), Karen Toro (1980), Raimundo Nenén (1983) y Alberto Cecereu (1986); y están en plena germinación, aún, los trabajos de Marcela Parra (1981), Gonzalo Gálvez (1982) y Daniela Giambruno (1984) por citar a los más conocidos en el oficio. El tiempo dirá ya su palabra.
Con todo es necesario precisar que todos los incluidos tienen presencia en el género. Son pocos los nombres que se echan de menos, Luca Schenke, Carolina Celis entre ellos; y en un espectro más amplio, Absalón Opazo. Aunque tales nombres pertenezcan a otro territorio y no cumplan con las expectativas del antologador.
El mapa no es el territorio responde a la necesidad inicial. Valparaíso, como bien se indica en el prólogo, es algo más que un estúpido discurso abarcador o una imagen criolla pro turística. Es un lugar distante y distinto de la capital y con una voz propia que aquí se rescata.

editor

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