martes, 27 de septiembre de 2011

GALVARINO SANTIBÁÑEZ



GALVARINO SANTIBÁÑEZ (Mejillones- Chile, 1959). Desde el año 1988 vive en Suecia, en un departamento suburbano, en Estocolmo. Es autor de “Sol del laberinto” (1980); “Caballero solo” (1992); “Líneas de fuga” (2011) donde aparece una gran parte de su producción inédita. Es colaborador del boletín regionalista “Hasta los coquimbanos” y co-fundador del Centro de Acogida al Inmigrante (CAIN), con sede en Estocolmo.

17
LENGUAS

Aprender una lengua acuosa


Pasan los años
y esa lengua es un cubito de hielo
que desaparece en el habla líquida
de la lengua madre


Nos quedamos con esa sed
de dirigirle a alguien la palabra


A ése que no salió nunca
de su congelador


18
Mente en blanco,
estado meteorológico de invierno
cuando me siento a mis anchas
entre estas vampiresas leves,

deslizándose por la cama,
metiéndose entre mi plumaje caliente,
despellejándome el cuero,


sin tiempo para más cosas reales
que no sea este lecho
leproso y blanco
meado de nieve.


19
La muerte que visita los asilos
tiene los ojos vendados
como la prima feroz de la infancia
que jugaba con nosotros
a la gallinita ciega.


20
La muerte me encontró
olor a viejo
Me retiró sus pechos
Se me bajó enseguida
Me abandonó a esta cama oxidada
a estas frazadas con mierda.


21
Soy el invitado de mí mismo
Soy la propia mesa en que me siento
Soy la botella en que me reflejo
Soy el siervo que me sirve
Soy el derramador y el derramado
Soy el que atiende    El que paga
Y el que se va
Soy el que pregunto y el que contesto
El mismo cuestionario deshelado
del silencio
Soy el mantel blanco y el mantel negro
omnisciente de la soledad


editor

viernes, 19 de agosto de 2011

CARLOS ÓRDENES PINCHEIRA (Chile-1939)



CARLOS ÓRDENES PINCHEIRA es un poeta chileno nacido en 1939. Amigo de grandes personajes de la literatura chilena y conocedor de la agria historia de su patria.
Ha publicado: Grillos en el alma (1962); Lagarto (1963); Llanto milenario (1967); Eternidad (1967); La tierra pide silencio (1974); El viajero iluminado (1975); El cielo sobre los árboles tiembla (1997); Dios en el aire sobre un trino (1997); Alguien camina sobre mi tumba (1998); Firmamental agonía (1999); Llanto milenario (2000); Brizna en la noche sobre el pasto (2000); Poemas para una estancia diluida (2001); De las bestias al hombre (2001); Poemas del monstruo de la laguna verde (2003); La ciudad soñada (2004); La patria que no tenemos (2004).


 

BAJO NUBES

He ahí
el camino: aún procuro
encontrar llaves,
astros, albas cadenas...
La noche gira en un sollozo...


AQUELLA ENMOHECIDA LUNA...

Vuelve aquella enmohecida luna
que oculté bajo la almohada,
niño-cielo
montado en asombros.
Una puerta cerrada
me deshace los ojos. Un perro
se detiene
a lamer los talones de la noche.
Me encuentro en extraña selva y
escucho, comprendo:
la tierra es una sola guitarra
repleta de luciérnagas...


ETERNO LLOVER


Lejos de mi propia estatura,
derrotado por visiones,
cierro los ojos
para no ver
la mísera caminata
que me conduce hacia vedadas oscuridades.
Hace centurias
que llueve sobre mis hombros.


CÍRCULO

Andar
miles de kilómetros
sin mover un solo pie...
Desde el povo jamás se alzarán
manos alas rostros dioses...

Se debe asumir una estepa dura:
en la otra orilla
sólo el viento canta...


SEÑAL

Nunca tuve patria que avalara mis horizontes.
Al nacer
me esperaba una tierra surcada de máscaras, cementerio
de ilusiones
donde entre ratas y relámpagos
la miseria alzaba su tiniebla olorosa a muerte...
Mientras pasaban papeles y números y
en las calles
lloraban infelices engendros,
yo sólo era un trozo de vida doliente
entre el barro
la lluvia el frío el hambre...

Tampoco tengo patria ahora que me voy alejando...
Haber nacido fue un accidente, un error
la caída en esta costra planetaria
donde la injusticia
es una hechicera de uñas alargadas hacia los desposeídos...
Dejo mi palabra
Tal vez algún triste atienda mi señal cuando ya no esté...



ALFORJAS VACÍAS

Pastor arreando arreboles
Un vaso de sangre se balancea sobre las olas
Un barco repleto de gargantas aserradas
pareciera hundirse
entre las patas del horizonte... Nada importa ahora
si las gaviotas desdeñan los peces y
se abalanzan sobre sueños truncos.

En la arena llora un niño que ya se fue. Dos enamorados
se suicidan
mirándose los ojos y las manos...
Comienzan a trotar armónicos los caballos de la noche.
El viento olvidó la letra de la última canción,
se ha detenido a susurrar,
una estrella se aleja y
muere en el pecho del mar...
Toda la belleza del planeta está presente
en este cerro arbolado y solo.
Aún no quisiera vivir más allá del silencio,
antes debo grabar en tu alma
un poema que te sostenga
cuando en el infinito se pierda mi voz...
Tú ya sabes,
acercándome estoy con mis alforjas vacías:
nada coseché
en la chacra de la demencia colectiva...
 

editor

lunes, 8 de agosto de 2011

ESTUDIANTES Y CONSEJO DE LA CULTURA




Por Alejandro Lavquén
Agosto 06/ 2011


Tatiana Acuña, secretaria ejecutiva del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, dependiente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, encabezado por el ministro Luciano Cruz-Coke, ha dicho, para referirse al movimiento estudiantil, y específicamente a Camila Vallejo, que “se mata la perra y se acaba la leva”; es decir, la misma frase que ocupó Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973 cuando pretendía ofrecer un avión al presidente Allende para viajar a México y que luego sería derribado, “cuando vaya volando se cae…”, agregó el golpista en aquella ocasión. Pues bien, los dichos de la señora Acuña reflejan sencillamente el pensamiento de la derecha, sólo que ésta, en su conjunto, se guarda de decirlo públicamente. Esto, sumado a la violenta represión de carabineros, y las descalificaciones del movimiento estudiantil por parte de defensores del régimen pinochetista-portaliano, como lo son Sergio Melnick, Jorge Edwards, Alberto Cardemil, etcétera, dan cuenta del escenario futuro: Represión en todas sus formas, incluida la farándula (represión subrepticia), que es una manera de desmovilizar y censurar, anteponiendo la paja al trigo. El ministro Luciano Cruz-Coke ha rechazado los dichos de la señora Acuña. Pero seré sincero, no le creo al ministro, pienso que sólo lo hizo porque no le quedaba otra salida ante el rechazo mayoritario de la opinión pública. Y además no le creo por las irregularidades, dentro de su ministerio, que ha dejado sin sancionar. No le creo nada a la derecha pinochetista, no olvidemos que ellos fueron cómplices de las violaciones a los derechos humanos.

Es hora de que en Chile las cosas retomen el rumbo que nunca debieron perder el 11 de septiembre de 1973. Basta de eufemismos y temores de luchar por la libertad, hay que decir y hacer las cosas por su nombre. El escritor Jorge Edwards, en su columna del vespertino La Segunda, del viernes 5 de agosto, ha dicho que los estudiantes están politizados, que son manipulados, ignorantes y flojos. Edwards es un regalón del ministro de cultura. Lo que aquí se vislumbra es que, junto a la represión física, comienza con fuerza la represión intelectual en “democracia”. Yo me pregunto qué dirán los consejeros del libro que trabajan con la señora Acuña y forman el consejo, me refiero, por ejemplo, a los dos representantes de la Sociedad de Escritores de Chile, el de los Editores de Chile, los representantes de los rectores, del Colegio de Profesores o de la Cámara Chilena del Libro. Sería interesante saber sus opiniones, sobre todo la de los escritores. La derecha pretende denostar culturalmente al movimiento social y a los sectores de izquierda, de manera tendenciosa, acusándolos de lo que ellos mismos son los únicos culpables. Lo lamentable es que han logrado que algunos se avergüencen de ser de Izquierda o luchadores sociales, pero eso debe acabar, no hay nada que temer cuando se lucha con la verdad en las manos. En Chile la derecha ha saqueado a su antojo, y más encima se sienten perjudicados; o sea, corten ustedes el hueveo y devuelvan lo que le pertenece a todos los chilenos, empezando por la educación pública gratuita.


editor

lunes, 25 de julio de 2011

La educación y el cambio de gabinete



Por Alejandro Lavquén

El reciente cambio de gabinete, realizado por el presidente Sebastián Piñera, no es más que gatopardismo, un enroque entre integrantes de la misma manada. Un ardid para salir al paso de las críticas por la mala gestión del gobierno y sus ministros. Ahora, que el ex ministro de justicia, Felipe Bulnes, haya reemplazado a Joaquín Lavín en el Ministerio de Educación no resuelve el problema de la educación en Chile, o alguien puede creer que Bulnes tendrá una disposición diferente y aceptará las peticiones de los estudiantes.
El perfil del ministro Bulnes es el de un patrón de fundo, al estilo de Carlos Larraín, pero elegante y astuto comunicacionalmente. Felipe Bulnes ha dicho que la solución para el problema de la educación es el proyecto de la UDI y de los empresarios, llamado GANE, y que la “hora de los paros y marchas terminó”. También ha dicho que ha convocado; nótese, él ha convocado a los rectores, a los profesores y a la Confech a conversar, seguramente, y aunque no lo ha dicho, en su despacho. El gobierno pretende, e intenta, que Bulnes sea una especie de exterminator del movimiento estudiantil, pero sin derramar sangre.
Por su parte, Piñera ha dicho (se le salió dicen algunos) que “la educación es un bien de consumo”, ratificando con sus propias palabras lo que ya sabemos que él piensa acerca de la educación. El trabajo encomendado a Bulnes consiste en doblarle la mano, diplomáticamente, a los estudiantes, engatusándolos y llevándolos a su terreno, el terreno de “respetar las leyes” y “la voz del parlamento”, según dictan las bulas del Estado burgués. Tal es el objetivo central del ministro Bulnes, bajar el movimiento estudiantil y luego aprobar el GANE con la anuencia de los rectores, profesores y estudiantes, legitimando con ello el lucro y el sistema neoliberal.
Es de esperar que los estudiantes sigan movilizados, no cedan en sus peticiones y rechacen el diálogo bajo las condiciones que intenta imponer el gobierno a través de su nuevo ministro. Ha llegado la hora de cambios profundos que erradiquen las cadenas, aún vigentes, de la dictadura pinochetista.

editor

viernes, 24 de junio de 2011

Isidora Rebelde



Por Luis Sepúlveda
(Aparecido en Le Monde Diplomatique)

Isidora Aguirre ha muerto, y la trágica noticia me sorprende mientras regreso de un hermoso festival literario, Correntes da Escritas, que todos los años se realiza en Povoa do Varzim, Portugal, y cito esto porque fue justamente en ese pueblo de pescadores donde hace algunos años José Saramago me habló con admiración de la gran dramaturga, profesora y novelista chilena. “Esa mujer debería ser para los latinoamericanos una dramaturga comparable a Brecht”, me dijo el gran escritor lusitano, y yo me atreví a responderle que, para algunos latinoamericanos Isidora Aguirre –la Nené para los amigos- era la mayor autora teatral del continente.
Isidora vio sus obras escenificadas por compañías teatrales como El Galpón, Rajatabla, Libre Teatro Libre, Berliner Ensemble, Teatro Nacional de Cuba, Théâtre de Nancy Rostocker Schauspielhause, y contó con la admiración de grandes contemporáneos entre los que destacan los argentinos Oswaldo Dragún, Roberto Cossa, el colombiano Enrique Buenaventura, los uruguayos Mauricio Rossenconff y Roberto Espina. Jamás olvidaré la admiración con que me habló de ella Dario Fo que siempre ha considerado “Los que van quedando en el camino” como la más alta demostración de teatro épico. A Isidora Aguirre la admiraban y querían los integrantes de la primera división del teatro mundial, pero en Chile… ya se sabe lo que es el maldito “pago de Chile”.
A Isidora Aguirre la citan con la boca llena en las esferas oficiales, en la nomenclatura cultural, pero apenas conocen una de sus obras; “La pérgola de las flores”, obra espléndida sin dudas, fruto del talento de una mujer que hasta se dio el lujo de escribir ese hermoso entretenimiento para sobrevivir y poder así dedicar tiempo a sus otras obras magistrales, como la mencionada “Los que van quedando en el camino”, “Lautaro”, “Retablo de Yumbel”, “Población Esperanza”, y tantas otras obras marcadas por su inclaudicable rebeldía, sentido de justicia social y ética, una rigurosa ética de artista e intelectual que siempre estuvo con los jodidos, con los perdedores ilustres, con los de abajo.
Militante comunista hasta la médula, Isidora Aguirre nunca dejó de estar donde había que estar, en el momento justo, e hizo lo justo, aquello que su conciencia le dictó como correcto.
Le negaron repetidamente el más que merecido premio nacional de literatura justamente porque era una rebelde, porque no cedió jamás en sus principios y porque nunca dejó de ser crítica con el poder. Hace algunos años, uno de los argumentos para negarle el premio nacional de literatura fue que “había publicado muy poco”. Y con eso los jurados demostraron que jamás se asomaron a las páginas de “Doy por vivido todo lo soñado” o “Carta a Roque Dalton”, dos novelas publicadas en España que, a más de 20 años de ser publicadas continúan vivas en la memoria de los lectores y son dos referencias cuando en las universidades europeas se habla de literatura chilena. Pero no podían darle el premio nacional de literatura a una señora de las letras que, pasados ya los ochenta años, seguía escribiendo alejada de cualquier vanidad literaria y empeñada en contar desde el texto teatral y desde el escenario asuntos tan “poco literarios” como el cierre de las minas de carbón en Lota. Mientras una vez más le negaban el premio de sobra merecido, Isidora, la Nené, se entregaba a escribir “Subiendo…¡último hombre!”, o su sorprendente adaptación de “Fuenteovejuna” que fue un espejo de la realidad chilena.
Leo que el ministro de cultura chileno ha declarado un día de luto nacional por el deceso de la gran dramaturga. Pobre homenaje tardío que, más que arreglar una injusticia, avergüenza a los gestores de la cultura chilena de los últimos veinte años.
La recuerdo en los días de clandestinidad, sentada en el suelo, con la máquina de escribir sobre las piernas y los cigarrillos a mano, redactando un documento para que en Francia, Italia, Alemania o Bélgica atendieran y ayudaran a una compañero o compañera que horas antes ella misma había metido en alguna embajada para salvar su vida, sin más ayuda que su propio valor y su viejo Simca de techo negro, auto muy odiado por los esbirros de la dictadura. Y en esta hora triste la recuerdo mientras corregía sobre la marcha una obra agitativa, “Quién tuvo la culpa de la muerte de la María González”, que tuve el honor de dirigir con un grupo teatral de Valparaíso. Isidora Aguirre recibió muchos aplausos y reconocimientos en América y Europa. Sus obras teatrales y novelas están traducidas a muchos idiomas, pero en Chile los gestores o gerentes de la cultura decidieron que era molesta, y vaya si tuvieron razón. Era terca frente a la injusticia, valerosa frente a los soberbios engominados del poder, rebelde frente a las costumbres pacatas, y libre, muy libre, porque así lo dictó su noble corazón de comunista.
(Luis Sepúlveda
Gijón, 27 de febrero de 2011)

editor

martes, 14 de junio de 2011

Leo Zelada, al amparo del espíritu de la noche


Por Alberto Lauro.
(Sobre el poeta peruano Leo Zelada, aparecido en periódico "Neo Club Press" de Miami, para la comunidad latina de EE.UU. Junio de 2011)
Poco importa que Braulio Rubén Tupaj Amaru Grajeda Fuentes (Lima, 1970) haya escogido para su recorrido de caballero andante de la poesía el nombre de Leo Zelada. ¿Todo sobrenombre o seudónimo no es al fin y al cabo un antifaz? Como poco o nada nos importa el verdadero de Gabriela Mistral o Pablo Neruda. Sin la poesía que bajo estas firmas ellos escribieron, Lucila Godoy hoy no sería más que el nombre de una maestra de provincias desconocida y Neftalí Reyes un olvidado y gris oficinista.
Fernando Pessoa tuvo que transmutarse no en un uno, sino en muchos heterónimos.
Leo es nombre robusto, rotundo, diríamos que temerario como imbatible león desafiante. No en vano el signo más fuerte del Zodíaco está destinado a este rey de la selva, y él lo ha escogido para sí a pesar de que es Capricornio. En tanto que Zelada, que pudiera ser topónimo de algún sitio pero que no lo es, me recuerda, no sé por qué, a algo así como un objeto olvidado, tal vez una velada trampa por su cercanía con "celada" y, por lo tanto, algo que se oculta --sentimientos, pasiones inconfesadas, celos impronunciables son sentimientos que a nadie queremos revelar--, por su inmediatez con "velada". Pero ello, aunque significa también algo que se oculta, coincide con "reunión", algo que el poeta sabe hacer siempre, congregando a los fieles del verso.
El mismo Leo Zelada nos ha dado autorretrato: "Soy el oscuro caballero andante". Del verso, agrego yo, perdido entre los enigmáticos valles de Tanatos y los irresistibles de Eros. Y estos dos dioses marcan las cotas de los territorios de su poesía, situada entre el amor y la muerte, acosada en su palabra por el deseo y la desolación.
Heredero en sangre y linaje paterno de la extraordinaria poesía de sus antepasados, los incas, sabe extraer el precioso oro de las palabras de esas vetas precolombinas. En tanto por línea materna reconoce esa mirada perdida también en el criollo perfume de la flor de la canela, del ensueño que evoca la memoria de muchachas que llevaron como su madre jazmines en el pelo y rosas en la cara, por el paseo que va del puente a la Alameda con menudos pies cantado por la simpar Chabuca Granda.
Quiso ser filósofo y en ello se empeñó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde ensayó en público sus primeros años de malditismo fundando con otros amigos el Grupo Neón y publicando “Delirium Tremens” (Ed. Lord Byron, 1998), libro al que le seguirían “Diario de un Cyber-Punk” (Ed. Moctezuma, México, 2001) y “Opúsculo de Nosferatu” (Ed. Lord Byron, Lima, 2005). Mientras en esa época, ansioso y con quipus en las manos, contaba el paso del tiempo para la llegada de la revolución social redentora americana, que nunca llegó.
Más tarde, se fue errante con su mochila cargada de sueños, fantasmas de muertos insepultos y palabras, por un camino desconcertante desde 1993 a 1998, saliendo de Lima y atravesando la Cordillera de los Andes, parte del Amazonas, la Selva del Darién, el Caribe centroamericano y Chiapas, hasta llegar a la ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos, trayectoria que narra en "American Death of Life" (Ed. Lord Byron, Lima, 2005).
Su obra poética ha sido reconocida por el Premio Orpheu de Brasil en 2001. Pero Leo Zelada es de los poetas que no vive en función de premios. No los necesita. Escribió para el periódico El Peruano. Dirige el Taller de Poesía Carpe Diem. Es editor y compilador, entre otros libros, de las sucesivas entregas de “Nueva Poesía Hispanoamérica” , uno de los mayores esfuerzos personales que alguien, hoy por hoy, realiza sin subvenciones ni apoyos institucionales, para lograr un acercamiento entre todos los poetas del ámbito de la lengua castellana.
Su poesía ha contado con el respaldo irrestricto de poetas, críticos y lectores de América Latina, España y los Estados Unidos. Es uno de los más importantes jóvenes poetas latinoamericanos.
Ahora se le ve por Madrid creyendo firmemente que "cada balcón esconde un verso de Vallejo", con su largo gabán oscuro como si fuera un hijo adoptivo de Valle Inclán, su libro tan leído de los versos en prosa de Baudelaire, recitando textos de poetas chinos de perdidas dinastías a altas horas de la madrugada de los miércoles en el Club "Buwkoski", convocando lecturas en Casa de América, la Fundación Alianza Hispánica o en la desaparecida librería "El Bandido Doblemente Armado", ignorando si -como nos ha dicho- "tal vez soy un incógnito / amante / pronunciando alguna oración hacia el sol o un oscuro corsario / asolando algún puerto / desconocido del sur".
Más sobrio o ebrio, con la reciente edición de su último libro –“La senda del dragón”- entrevisto ahora en las tertulias poéticas del bar Los Diablos Azules que convoca el novelista y poeta Carlos Salem, solitario o rodeado de una multitud que sabe convocar, se le escucha siempre en silencio invocar a su deidad protectora: "Espíritu de la noche, / guíame sin temor por estas abruptas tierras (...) condúceme por el sendero del fuego / que todo lo devora y purifica". Al amparo de esa oración nos acogemos.

editor

jueves, 9 de junio de 2011

El secreto de Pedro Armendáriz


Por Jorge Etcheverry

La madre de Lou vino de México, era muy bajita, dijo, y eso que él debe andar por el metro noventa. La imagen de Lou inclinado sobre el podio traído de México era todo un símbolo. Comentó en el coloquio que Fox habría tenido problemas para usar el podio. Algunos reímos: montado sobre unas rueditas para su fácil transporte, el podio reacciona desplazándose frente a cualquier aumento de presión, para zozobra del presentador de turno que entonces levanta las manos para garantizar la estabilidad del soporte sobre el que descansan sus páginas. Al fin de la sesión me puse a conversar en la puerta con un señor mexicano. Ahí salió a relucir el nombre de un amigo, con quien hice algunas cosas hace más de veinte años. Sus connacionales en Canadá lo consideran un pionero. Muy involucrado en su comunidad, desempeñó puestos directivos en diversas instituciones antes de mudarse a Montreal. Cuando me contó que el renombrado actor tenía un secreto al que atribuía su éxito, lo tomé como otra de sus historias. Uno nunca sabe si está hablando en serio. Alguna vez amenazó con revelarme el secreto, pero como he escrito cosas que me ha dicho, que juraba que eran ciertas, no le presté mucha atención. La llegada del actor a la industria cinematográfica en realidad fue fortuita. Le llamó la atención a un director mexicano en un restaurante cuando estaba recitando el monólogo de Hamlet. Mi amigo me dijo que el secreto no era una combinación de vitaminas, ni una pócima, ni siquiera el jugo de algún cacto alucinógeno usado por los indígenas. Cuando se lo conté a la Zaira me dijo que era evidente que yo no sabía mucho de Pedro Armendáriz, que no había visto nunca sus películas, que él no hubiera necesitado una fórmula mágica para triunfar. Nica dijo que todas las carreras de las celebridades del celuloide empiezan de manera parecida. Los mexicanos son casi tan nacionalistas como los chilenos, pero creo que tienen más razón (digo yo). El señor con que estaba conversando me habló de la comunidad mexicana en esta capital, de su organización, del cambio demográfico de los últimos veinte años; antes eran casi puras mujeres que se casaban con canadienses, ahora hay parejas jóvenes, bastantes profesionales, mucha gente que trabaja en informática, en gran parte en las firmas bajo el alero del TLCAN. Le dije que había notado el aumento e influencia de la comunidad mexicana. Que yo vivía aquí desde hace más de veinte años y nunca había visto nada parecido. Que rivalidades y diferencias de opinión parecen malograr los logros de nuestras comunidades. Le dije que en una breve visita a México había tenido la impresión de que todo estaba por hacer, había sentido a la vez familiaridad y extrañeza. La sensación de algo subyacente que no podría nombrar. Ya se acercaba la hora de la sesión de la tarde, la gente iba a empezar a llegar al coloquio y ese señor tenía que irse. Me dijo que no era la primera vez que escuchaba a alguien referirse en esos términos a su país, que él estaba seguro de que México ocuparía el lugar que le corresponde en el concierto de las naciones. El secreto consistía en aplicar esa manera especial de los mexicanos de mirar la vida, la muerte, el mundo en general, algo que ciertas luminarias de la cultura y el pensamiento nacionales habían logrado, en especial una figura muy querida del celuloide, cuyo éxito a muchos le había parecido inexplicable, pero entonces su mujer detuvo el auto frente a la puerta del local y él se despidió de mí para montar en el vehículo.

editor

lunes, 6 de junio de 2011

Carta de la escritora y periodista chilena Virginia Vidal al presidente de la Sech con fecha 7 de junio de 2011, en torno a: "RELATO Y RETRATO DE MI DESPIDO DEL CONSEJO DE LA CULTURA"

Estimado Reynaldo:
La forma en que se ha despedido a nuestro compañero Carlos Amador Marchant del Consejo de la Cultura es denigrante. Lo menos que podemos hacer es acoger su pedido y presentar una protesta ante el ministro,  a más de una declaración pública.
Es vergonzoso el uso que del trabajo y aporte de los escritores se hace para después  tratarlos como a siervos de última clase.
Pienso que Carlos Amador debió comunicar esto en cuanto sucedió, pero su prudencia y discreción sólo hablan bien de él.
Cordiales saludos,
Virginia Vidal.
Sobre Virginia Vidal:
Pocos saben que Virginia Vidal fue la única periodista latinoamericana que asistió a la entrega del Nobel al poeta Pablo Neruda. Y que luego del "golpe" acompañaría a Matilde Urrutia -desde 1974 a 1976- en el traslado de la biblioteca del poeta a la ya restaurada Chascona, recuperada en parte del saqueo y la indignidad.
No son muchos tampoco los que saben que al salir exiliada de Chile, en 1976, fue reportera y locutora del mítico "Escucha Chile", noticiero moscovita que informaba al mundo de la realidad de un país sometido bajo las botas militares.
De Moscú la aguerrida Virginia se traslada a Venezuela, donde seguirá trabajando de corresponsal para el famoso programa radial y se dedicará a escribir en diferentes medios de comunicación de ese país.
Vuelve a Chile en 1986 y su pluma comienza a combinar la crónica periodística con el ensayo, el cuento y la novela, con una fuerte tendencia a la crónica y a los caminos de la nueva novela histórica.. Es autora, entre otras obras, de Rumbo a Itaca, Ed. Pomaire, Venezuela, 1987 ; Cadáveres del incendio hermoso Ed. Andrés Bello, Santiago, 1990 (Con esta novela obtuvo el Premio María Luisa Bombal); Balmaceda. Varón de una sola agua, Ed. Los Andes, Santiago, 1991; Testimonios de Francisco Coloane, Ed. Universitaria, Santiago, 1991; América de a caballo, Ed. La Noria, Santiago, 1992; Agua Viva. Gabriela Mistral y la juventud. Ed. Texido, Santiago, 1994; Javiera Carrera, Madre de la Patria, Ed. Sudamericana, Santiago, 2000; Oro, veneno y puñal, Ediciones Brosquil, Valencia, España, 2002. "Hormiga pinta caballos" (2007) entre otros.
También es coautora de Los Rostros de Neruda, 1998 y de Morir Es La Noticia, 1997. En el año 2005 encabezó la edición de Crímenes de mujeres, antología de cuentistas chilenas
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Testimonio de abuso de poder del gobierno desde el año pasado hasta estos días.
 (Entre Jefes y Jefes y más Jefes)

El 16 de junio se cumpliría un año de mi despido.

Esto comenzó desde esa fecha y hasta estos días se sigue repitiendo.

Dejo este testimonio para observar el ambiente de hoy.

Todo hombre tiene derecho al trabajo. Sin embargo frente a la vulnerabilidad de éstos se usa la muletilla "SON TRABAJADORES MAL EVALUADOS POR SUS JEFES":

Aquí va el testimonio:


“El viernes 14 de mayo de 2010, alrededor de las 16 horas, fui llamado a la oficina del Jefe de Administración General del Consejo de la Cultura. Allí, se hallaba sentado el Jefe de Logística, quien estaba cumpliendo una labor de veedor.
El Jefe de Administración me lee una notificación que tenía en sus manos, en donde se estipulaba que mis funciones cesaban el 15 de junio. Una vez que culmina de leer el texto, me conmina a firmar el documento sin pedirme algún comentario al respecto.
Le solicité me diera alguna razón justificada del despido, y él dijo que esta resolución provenía de Santiago, por lo tanto no tenía idea del pronunciamiento.
Una vez que le expresé que esta situación me parecía anómala, le señalé que no firmaría el documento. Una semana después el mismo comunicado llegó a mi domicilio.
En la notificación se me comunicaba que tenía derecho a hacer uso de mis vacaciones y de los días administrativos acumulados hasta la fecha, lo que no hice, optando por seguir trabajando hasta el último día (gratis).
En el transcurso de las semanas busqué alternativas para averiguar los motivos de mi cese de funciones, pidiendo a la secretaria de gabinete me diera acceso a dialogar con la Asesora del Ministro Cruz Coke. Tal cometido no se logró, debido a que ésta adujo que esto tenía que verlo el Jefe de Gabinete de Subdirección.
El viernes 4 de junio le pregunté a mi Jefe de Sección, y quien firmaba mes a mes los informes de cumplimiento de funciones para la cancelación de sueldos, si había algún reparo a mi comportamiento como trabajador público, a lo que respondió en forma negativa.
Frente a esta afirmación le solicité me acompañara a hablar con la Asesora del Ministro.
Ese mismo día en la tarde (4 de junio de 2010), en el pasillo de Gabinete logramos hacernos espacio, casi a escondidas, para dialogar con ésta.
A ella le expresé que estaba a mi lado el Jefe Directo de sección, para constatar que mi comportamiento laboral era bueno, y que deseaba saber el verdadero motivo de mi cese de funciones. La Jefa de Gabinete entró en una serie de contradicciones y finalmente dijo que en unos días más (porque estaba muy ocupada) daría una respuesta definitiva a mi solicitud y que, según ella, emanaría de Recursos Humanos. La respuesta nunca se produjo, y el día jueves 10 se hace circular una resolución exenta donde se estipula mi cese con fecha final 15 de junio de 2010.
Es decir, nunca se dijo el motivo.”

Al paso de las semanas se presentó una demanda en los Tribunales del Trabajo de Valparaíso. Ésta se perdió. Unos meses después se apeló en la Corte con los mismos resultados..
Debo hacer notar que “El Consejo de la Cultura puso como testigo en los Tribunales del Trabajo al mismo hombre que era mi Jefe de Sección, quien en esta ocasión dio vuelta todas las versiones y terminó siendo mi detractor”. Así se manejan las cosas en este momento.
Pertenezco al primer grupo de los exonerados del Consejo de la Cultura en Valparaíso, y a dos meses y medio de haber asumido sus funciones el Presidente Piñera.
Más tarde fueron entrando a esas listas más trabajadores tanto en el puerto como en el resto del país, sin dársele una razón explícita a ANFUCULTURA, que es el sindicato de los trabajadores del Consejo.
Pues bien, en estos días empiezo a ver en Facebook informaciones de este sindicato donde se señala que comenzó una nueva ola de despidos. Aquí no se trata de decir o gritar: ¡hasta cuándo!, sino más bien poner sobre la mesa del mundo estos hechos.
No es que tenga la impresión, sino que estoy convencido que estamos frente a un Gobierno ENFERMO, de una enfermedad animal en cuanto a dejar sin empleos a todos quienes hayan sido contratados en la administración pasada. Y la pregunta es. ¿qué culpa tienen los trabajadores de haber entrado en este u otro gobierno?. Todo quien entra a laborar lo hace para palear sus necesidades de subsistencia frente a un derecho común. Otro caso son las jefaturas.
Hace unas semanas he comenzado, en mi calidad de escritor, a subir a mi blog algunas crónicas relacionadas con la historia de nuestro país y sus atrocidades en cuanto a la clase trabajadora. Y no lo he hecho porque sea mi “fuerte”, sino porque es necesario mostrar algo de esto para darnos cuenta de un presente que sigue golpeando a nuestro país.
Veo a un gobierno autoritario, a dirigentes que son pasados a llevar. Veo a funcionarios atemorizados que además equivocan (o no saben) sus posturas. No reaccionan o creen que el mutismo los protegerá de la masacre.
Sin pecar de ser un pesimista a rabiar, creo estar convencido que al paso de los próximos dos años y meses no quedará un funcionario de los que “creen no les pasará nada por guardar silencios”.
¿El Jefe de Recursos Humanos miente?. Por supuesto que sí. Pero me preocupan los funcionarios que trabajan allí, me preocupa ese silencio atroz.
Frente a la comunidad mundial, yo solicito a los escritores,  a los Artistas Plásticos, a los hombres de teatro, a los cineastas, a los escultores, músicos, folkloristas, y a todo el mundo del arte a no guardar silencio frente a estos hechos. Chile está viviendo en pocos meses una enfermedad letal: el exterminio de sus ciudadanos por la vía de la cesantía, la segregación, el maltrato como individuo y el retroceso de la historia.
Comienza en Chile a vivirse la asfixia que se pensó exterminada. Y no quiero que otros pasen los momentos que padece cada trabajador que queda sin su sustento.


Carlos Amador Marchant
Escritor-Valparaíso-Chile
6 de junio de 2011



editor

jueves, 12 de mayo de 2011

Oscar Castro (Rancagua 1910-1947-Santiago). Poeta chileno..

Descubrimiento de América

A Raúl González Labbé
Habría que empezar de nuevo.
Partir de la raíz del indio.
Ir al origen puro sin conceptos ya hechos.
Sólo así encontraremos la América no descubierta,
la América del vientre claro y los jocundos pechos,
la América con su propio idioma cantador,
galopando su libertad de yegua joven bajo cielo.

Tenemos cuatro siglos de invasiones.
No sabemos usar nuestros ojos.
Pies extraños caminan por nuestras heredades.
Extranjeras palabras definen gestos nuestros.
Oro, cobre y sudor americanos
-amalgama de gritos y protestas-
surcan el mar en barcos de incomprensibles nombres.

América. Digo: la América de los bananos,
y los cafetales, y las caucheras y los minerales.
La América que pare abundancia.
La América de los grandes ríos y las montañas grandes.
El Nuevo Mundo que amamanta el mundo viejo.
La tierra en que mis hermanos los parias tienen hambre.
La América, si, la América quo no necesita nodrizas,
porque bebe leche de cielo en la cumbre del Aconcagua.

No la escolar América sabida por los mapas:
tierra tatuada de nombres y colores,
partida en Panamá por un canal de fierro
y comida en el Sur por los hielos australes,
sino ésta otra, ésta que nace
en el pétreo filo de los Andes
y cae como un poncho verde a dos mares azules.
Esta que va en mi canto americano,
resonando en el galope del charro,
del huaso, del llanero, del indio y del gaucho.
Esta que va en la espalda del cargador de muelles,
y en la espuela grandona, y en el sombrero floreado,
y en la ojota besada por aguas y tierras,
y en el olor del mate amargo,
y en el lamento de la quena y la trutruca,
y en el aroma de la piña madura,
y en el maíz que ríe con risa de sátiro,
y en el coco y la jícara que recibe su jugo.
Esa es la América, hermanos.

Es pura la mañana. Cantan los pájaros.
Canta el sinsonte y el quetzal es un relámpago.
Vamos a descubrir la América nuestra.
El día agita sus banderas anchas.
Es hora de partir y amanecer.
Partamos.
Remordimiento
Casa de mi compadre Rosendo Montes,
donde hasta el viento baila de punta y taco
donde el día se pone faja de flores
y se le ve a la luna blanco de refajo.
Casa de mi compadre, donde las hembras
cantan que “la esperanza nunca se pierde”.
Allí ríen los vinos, trina la espuela
y hasta el sauce es un huaso de poncho verde.
Quinta de mi compadre, donde la higuera
tiene una estera fresca sobre los suelos
 y su fronda se ensancha como una  clueca
que empollara canciones y juramentos.
Yo he alojado en la casa de mi compadre
cuando el universo llega  topeando quinchas
y el trueno se derrumba desde los Andes
como un potro que rompe riendas y cinchas.
Y he besado una boca bajo su techo,
boca roja de vinos y de tonadas,
sin saber en la sombra cuál era el pecho
ni cual la carne tibia que se me daba.
Y he partido en el alba como un bandido,
cuando clava el lucero su fría espuela,
con el alma llagada por un cuchillo
implacable y desnudo de la vergüenza.
Casa de mi compadre Rosendo Montes,
no volveré a bajarme frente a tu vara,
porque me acusaron dos ojos de hombre,
y los ojos castaños de mi ahijada.



editor

sábado, 7 de mayo de 2011

En exposición "Los Aluminatos" de la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso-Chile

En la exposición "Los Aluminatos" (mayo 2011. Serrano 591, Sala Vehuel segundo piso) posaron: Juan Cameron (poeta); Waldo Bastías (Escritor chileno radicado en Venezuela); Mario Ibarra (pintor); Iván Cabezón (escultor); y Andrés Ovalle (Pintor).


En la misma exposición posan Carlos Amador Marchant (escritor); Juan Cameron (poeta) y Waldo Bastías (escritor).

lunes, 2 de mayo de 2011

El poeta y los cañones


El poeta y los cañones
Gustavo Adolfo Bécquer y el bombardeo de Valparaíso
Por: Ernesto Guajardo

De niños nos hicieron leer los dulzones versos de la rima XXI: “¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? / Poesía... ¡eres tú!”. Ya jóvenes nos sonreímos con la versión de Redolés para la rima XXIII, aquella de “por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo…”. Sí, Bécquer está entre nosotros, aunque no lo deseemos. Eso de volverán las oscuras golondrinas anida en el baúl de los recuerdos inútiles.
Poeta romántico nos dijeron, pero romántico conservador, e imperialista, como veremos. Escritor y censor, un oxímoron en sí mismo.
En 1866 el poeta se gana la vida en El Museo Universal, es redactor de actualidad y de las partes no firmadas del medio, esto implica comentar grabados, redactar sueltos, seleccionar colaboraciones… Rutinario trabajo para una sensibilidad tan vasta. Así, una guerra puede ser una buena noticia.
Bécquer se interesa vivamente por la cuestión del Pacífico. Sobre todo porque ella se inicia mal: con la captura de la Covadonga por Manuel Blanco Encalada y el posterior suicidio del jefe de la escuadra española. Para el poeta, ahora comentarista internacional, la acción realizada es una pequeña victoria, alevosa, por lo demás. No cabe sino la unidad de toda España: “La unanimidad de opinión que se observa en todos los partidos respecto a la conducta que ha de observarse con Chile para vengar a las armas españolas y el sentimiento íntimo de nuestra superioridad sobre un país que sólo por medio de la alevosía ha podido conseguir un pequeño fácil triunfo, afirman en nuestro ánimo el convencimiento de que por nuestra parte ha de tener la cuestión un desenlace honroso”. Por cierto, la recuperación de la honra, en esas condiciones, no se logra con diplomacia: “el día que sepamos que la escuadra española ha bombardeado a Valparaíso, ha echado a pique la Esmeralda y rescatado la Covadonga, ha lavado, en fin, en sangre el agravio que nos han inferido, nos limitaremos a leer la noticia en el periódico oficial o en la Correspondencia, diciendo: Cuestión concluida...”.
La pluma y la pólvora. En abril de 1866 el poeta celebra la noticia: “el acto de energía que hoy aplaudimos todos, llevado a efecto hace algunos meses hubiera dado a estas fechas resultados tanto más ventajosos que los que han de tocarse a consecuencia del bombardeo de Valparaíso. Sin embargo, más vale tarde que nunca”.
Dado el paso, solo cabe avanzar, sin dudas: “A los que tratan de suponer que se oponen grandes obstáculos a la prosecución de los planes del jefe de nuestra escuadra del Pacífico responde el señor Méndez Núñez arrasando uno tras otro todos los puertos importantes del litoral chileno para concluir su triunfal expedición, posesionándose de las islas Chinchas. A los que se empeñan en reducir la importancia del desastre de nuestros contrarios responderán los humeantes escombros de las fortificaciones y los edificios públicos de Valparaíso.
El golpe ha sido acaso tardío, pero cierto; según las noticias recibidas, se evalúa en veinte millones de pesos la pérdida material que han ocasionado nuestros proyectiles. Las fortificaciones han venido al suelo, la aduana se ha desplomado, vastos almacenes han sido presa de las llamas”.
Concluye esta descripción realizando un ejercicio que va más allá del lema de nuestro escudo nacional; aquí el poeta identifica razón y fuerza: “A la luz de los fuertes incendiados de Valparaíso, las potencias neutrales han visto, al fin, las cosas más claras, y si seguimos aportando al debate razones del calibre de las bombas arrojadas a la ciudad enemiga, hasta los mismos chilenos y peruanos acabarán por conceder que tenemos sobrada razón”. No estaba solo en la empresa, en pleno frente de batalla, Antequera, llamado El Botafuego, aconsejaba al almirante Casto Secundino Méndez Núñez: “–No debemos dar plazo para bombardear. Nuestros cañones han de ser una amenaza sorpresiva y constante”, insistía.
Esos cañonazos son la expresión de una idea, y Bécquer lo sabe: “Es tal el desorden que reina en aquellos países, tal la paralización de la industria, ya de por sí escasa, las pérdidas del comercio y el abatimiento de los ánimos, que no sería de extrañar que al volver nuestros buques a comenzar la segunda parte de la guerra un movimiento insurreccional preparado por las clases conservadoras e ilustradas derrocase el actual orden de cosas, creando un Gobierno favorable al arreglo de la paz con honrosas condiciones... El partido de los que creen más razonable transigir que sostener una lucha imposible saldrá poco a poco del retraimiento a que le condena la presión de las turbas fascinadas con el simulacro de triunfo que representan sus gobernantes...”. En la misma dirección apunta el capellán José López Andrade, a cargo de un cañón en la Resolución, buscando el templo de los jesuitas. “A ver si les vacío esos meollos contaminados por las herejías de Voltaire”, afirma.
Se equivoca Joaquín Edwards Bello cuando afirma que había en Méndez Núñez algo de poeta, un terrible poeta, señala, precisando: “Dios nos libre de los poetas con cañones”. Los cañones estaban frente a Valparaíso; el poeta se hallaba en Madrid, frente a su hoja en blanco, esperando con ansias los nuevos incendios.

martes, 19 de abril de 2011

Pablo Guiñez (Lumaco-Chile-1926)


de "Afonía Total"
Ediciones Tebaida, Santiago CHILE, 1967.

IDILIOS


I

A Therese




De la tarde
acompasadamente acompañada de ramas cargadas de agua
por el sendero de tilos, aún húmedos, crujientes de hojas; aún lleno de charcas,
a lo mejor podría reencontrar el jardín y esa glorieta levemente apoyada
en aquellas glicinas, y ese desvanecido rumor de los cipreses
aplastados por la niebla,
sin que nadie pise la sombra de damascos,
sin que nadie abra las puertas ni deslice la mirada
hacia aquellos rincones, ni en la mesa de té
reposarán los dedos que alargaran budines;
ni de la mantequilla habrá de desprenderse
aquel sabor a trébol ni su dorado aroma
de crema que retoma del batidor el punto
exacto, en que se torna como una espesa yema.
Ni saldrán del estanque unos gansos que vuelven
a la ancha libertad del río, hasta ahogarse
en el cielo desnudo, por donde irán las alas
hasta ser lo salvaje de ese viento invisible.
Es que de aquel entonces, ni sueños ni palabras
serán y los que en bosques crecieran no podrían
ya encontrarse, ni ese sendero existe y sólo de las ruinas
procuraré extraer una música lejana:
abejorros que huyen y jilgueros que se asoman,
en tanto de los tilos el agua se deshace.





II

A mi Prima Elizabeth



El gato lame, después de lengüetear,
el plato en que se le ha puesto la leche, cuyo sabor no le preocupa manchar,
mientras aspira, aunque prefiero decir, absorbe el olor de la grasa que,
a lo mejor, le evoca un resto de pan con mantequilla y que él saboreara en otro tiempo:
aquel de cuando las vacas andaban libres por el campo y los bueyes retozaban a la sombra de bandadas de tordos;
/cuando maitenes
a la sombra de los robles empapaban las hojas, sus hojas,
conservándolas húmedas, aunque el sol devoraba la tierra. En ese tiempo
de los trigos cortados a echona, por segadores inclinados,
cuyas manos hería la cizaña; de espaldas llenas de sudor;
provistos de chupallas y de un saco quintalero atado a la cintura, mientras el sol
giraba hacia quebradas, donde la gallareta
de rama en rama salta y el chucao, salido de escondrijos,
canta y echa a correr; como si se temiera; deseoso
de espantar a los superticiosos cortadores que cantan. Entonces
bosquecillos de boldos, arrayanes, de peumos borbotaban
agua, vertientes barriosas en que, cuando no un sapo, una culebra
suavemente se arrastra, dejándose entrever en las piedras. Entonces,
se lame los bigotes y emprende sus pasos
en busca de una estancia,
en la cual hará el sueño, justo en ese momento
en que los segadores se tienden en el pasto; mientras
echadas bajo boldos añoran los paisajes.



III

A Tí




Por enésima vez ha cantado el gallo
Y tú, recién vuelas en busca del sueño
Afuera, el rosa de los cerezos
ha cuajado en gotas de rocío
Y, mientras la suavidad de tu cuerpo
se distiende y distrae calurosamente
corno si desafiara el frescor de la mañana,
se afana en desprender de una en una,
todas, toditas las estrellas.




editor

Efraín Barquero (1931-Piedra Blanca-Curicó-Chile)


EFRAÍN BARQUERO (Piedra Blanca/ Curicó, 1931): Premio Nacional de Literatura 2008


LA COMPAÑERA


Así es mi compañera.
La he tomado de entre los rostros pobres
con su pureza de madera sin pintar,
y sin preguntar por sus padres
porque es joven, y la juventud es eterna,
sin averiguar donde vive
porquees sana, y la salud es infinita como el agua,
y sin saber cuál es su nombre
porque es bella, y la belleza no ha sido bautizada.
Es como las demás muchachas
que se miran con apuro en el espejo trizado de la aurora
antes de ir a sus faenas. Así es,
y yo no sé si más bella o más fea que las otras,
si el vestido de fiesta le queda mal,
o la ternura equivoca a menudo sus palabras,
yo no sé,
pero sé que es laboriosa.
Como los árboles, teje ella misma sus vestidos,
y se los pone la naturalidad del azahar
como si los hiciera de su propia sustancia,
sin preguntarle a nadie, como si la tierra,
sin probárselos antes, como el sol,
sin demorarse mucho, como el agua.
Es una niña del pueblo,
y se parece a su calle en un día de trabajo
con sus caderas grandes como las artesas o las cunas,
así es, y es más dulce todavía,
como agregar más pan a su estatura,
más carbón a sus ojos ardientes,
más uva a su ruidosa alegría.



LA MESA SERVIDA

Si arrancas el cuchillo del centro de la mesa
y lo entierras en el muro a la altura del hombre,
estás maldiciendo el pan con su semilla,
estás profanando el cuchillo que usa tu padre
para rebanarse la mano, para que la sangre sea más pura.
Y los hijos se reconozcan. Y no se oculten de sus hermanos.
Sólo el padre la recibe en su cabeza desnuda
ensordecido por el trueno, encandilado por el relámpago.
La recibe como el anuncio de un hijo tardío
o como el signo de una pronta desgracia.
No es una mesa, es una piedra. Tócala en la noche.
Es helada como el espejo de la sangre
donde nadie está solo sino juzgado por su rostro.
Tócala y pídele que vuelva a ser ella misma
porque si no existiera, no podríamos tocar
el sol con una mano y la luna con la otra.
Y comeríamos a oscuras como los ratones el grano.
Es la vieja mesa que nadie pudo mover.
Sólo la luz de la estación la cambia de sitio.
O los nuevos convidados con su voz nunca oída.
Y el ausente la encuentra siempre donde mismo,
siempre dándole su rostro, nunca a sus espaldas.
Porque el hombre tiene la edad de su primer recuerdo.
Y el ausente crece al caminar hacia ella.
Si la mesa está puesta es que alguien va a venir.
¿No la ha visto servida en la casa más sola?
¿No la ha visto surgir de la oscuridad
iluminada sólo por el brillo de las copas
y el color de sal fresca de todas las mesas?
Y es más bella que en el día más esperado
porque la ves con los ojos de un niño que ha crecido
o de la vieja mujer que dispone las flores.
Huelen las casas amadas a la limpieza de su mesa
y está servida en esa espera agrupada del árbol
que nadie puede recordar ni tampoco olvidar
porque todo lo que existe nació a la misma hora.
Y en el punto invisible que guía a las abejas
han puesto el pan y el vino a nuestro alcance.
Para que siempre te acuerdes al extender la mano
que estás tocando la mano de todos los hombres.
El trabajador

No estaba el hombre, estaba el trabajador
y su casa era de piedra, de piedra que sangra,
porque nunca se terminaba de hacer.
El tendría los años que tenía su padre
cuando se convirtió en esta misma herramienta
más dura que el acero, como el acero que suda,
que los hombres hacen más fuerte al gastarla
y hacen más suya que un abrazo quebrado.
Y él se parecía a ella cuando estaba en reposo
y a un sueño profundo cuando estaba trabajando,
alumbrado por la anochecida luz del carburo
con que se alumbran las tinieblas de la tierra.
Y esa débil luz enterrada, umbilical, entrañable,
me recordó el primer amanecer que vi en el mundo
como un solo hombre levantado entre las sombras.
Porque él no quería morir de otra manera
sino porfiando con el metal, diciendo no,
hasta el momento de arquearse y pedir agua.
Curvado la esperaría como se hacen los hombres
y se hacen los nudos, amarrados en ellos mismos,
de principio a fin al mismo trabajo.
Y ante esa mesa descansaba en cada anochecer
como descansa el trabajo de sus propios obreros.
Y el hombre olía a su materia originaria,
aquella que va tomando la forma de su cuerpo,
con quien hablaba durante jornadas enteras
como si fueran dos en su recóndito trabajo
y dos cuando guardaba silencio en la mesa.
Y algo les pedía a los alimentos cada noche.
Algo que también le daban los ásperos metales,
los metales amargos, los metales que duran.
Porque en la mesa de un buen trabajador
la tierra come en lo propio, en su plato de greda.
El lobo del hombre

Soy el lobo del hombre, soy el perro del hombre.
Soy el frío del amanecer, la raíz del frío.
Soplo el fuego, soplo la hoja del cuchillo,
pero ninguno de los dos sabe mi nombre.
El perro me lame los pies, el lobo me lame las manos,
pero ninguno de los dos sabe mi nombre.
Sólo lo conoce la madre de todas las sentencias.
Odio mi cara con hocico de lobo, con ojos de perro.
Odio la mano con que me la cubro.
Odio y amo la maldición escrita en mi frente
porque me liberó de todo amor, de toda culpa.
Amé primero el ruego mudo en los ojos de las bestias
y después la mueca ciega en la boca de los hombres.
Escuché aullidos, rugidos, mugidos, balidos.
Y alabé al dios de los animales con un rostro como el mío.
Con una mancha morada como una herida abierta.
Amé ese dios de rostro desnudo y odié el de los hombres,
el del rostro cubierto con una mano.
Con mi propia mano manchada para siempre.
Nací con esta deuda y moriré sin pagarla.




MIMBRE Y POESÍA

Mimbrero, sentémonos aquí en la calle,
y armemos con tus hilos blancos y con mis hilos azules
los esenciales artefactos de uso diario:
La paz, la mesa, la poesía, la cuna,
el canasto para el pan, la voz para el amor.
Armemos juntos las cosas más esenciales y más simples,
más hermosas y útiles, más verdaderas y económicas,
para cualquiera que pase nos comprenda y nos lleve.
Nos ame, y se pueda servir de nosotros. Nos necesite,
y podamos alegrarlo sin ninguna condición.
Tú armaras el canasto que la lavandera
necesita para sembrar la camisa más blanca,
y yo armaré una canción con olor a jabón y a pureza
para que ella junto al río halle más dulce su trabajo.
Tú tejerás la maleta para que el minero regrese,
para que los novios se casen, para que el hijo pobre
vaya a la ciudad a conquistar un oficio.
Y yo tejeré con los hilos más férreos de mi poesía
el descanso más digno, el amor más profundo, la esperanza más grande,
para que el obrero mire confiado su casa
y no parta el pan con recelo y a oscuras,
para que los recién casados puedan anidar todos los pájaros
y no tengan que apartarse por una gota de agua,
para que el hijo menor halle la herramienta en su sitio
y no tenga que volverse porque otros la escondieron.
Mimbrero, hermano mío, que es bello nuestro oficio
cuando a ti te encargan una cuna y a mí una esperanza,
cuando a ti te piden una mesa, un velador, un canasto,
y a mí un arma que defienda ese amoblado tan simple.
Que es bella la jornada cuando tocamos con el mimbre o las canciones
la forma desnuda de la vida: su cintura de trigo,
sus senos llenos de luna, su vientre cubierto de musgo,
sus muslos como ríos, sus brazos como ramas,
sus ojos como un camino en paz bajo la noche.
Que es bello nuestro oficio cuando tentamos ese cuerpo
y yo le pongo el nombre más dulce del amor,
y con mi verbo le digo: levántate, eres libre,
labora en paz, procrea primaveras y veranos,
y lega a toda la tierra tu apellido.
Y tú, oh mimbrero hermano, le vas tejiendo
todos los artefactos que ella necesita
para repartir el pan entre sus hijos:
canastos para almacenar la nieve y la salud,
pequeños cestos para guardar el polen y semillas
de una primavera a otra, cunas para continuar
el sol fecundo, maletas para traer la lluvia,
mesas para que las hojas caigan y vuelvan a ser verdes,
y sillas para descansar delante de la paz ganada.



DÍAS TRISTES / DÍAS FELICES


Viven tan poco los animales
y en cada uno de ellos
hay algo de mi vida que se niega a morir
y en cada uno hay un llamado mío
un oscuro deseo que ellos sólo conocen
porque son como el juego inventado por los días tristes
con los días felices.
Ellos aprendieron a ladrar y a maullar nombrándome
pero vivieron muy poco para seguirme desde lejos
hasta verme desaparecer en los caminos
y cada vez que me alejo de un lugar
yo los siento venir a mi garganta como un sordo
y dulce gemido.
Cuando los niños o los animales me olvidan
yo también me olvido por qué la lluvia y la nieve
me hacían tan feliz
yo también me olvido por qué he vivido hasta ahora.



EL POEMA EN EL POEMA


Si amé la poesía fue porque creí en ustedes
porque quise hacer de lo disperso una sola unidad.
Cuántas veces fui de la puerta al pozo con los ojos cerrados
y jamás me equivoqué porque tenía sed.
Y yo creí en los hombres cuando el animal abrevan
cuando duermen sentados la última parte de su vida.
Creí en la mujer con su eterno niño en brazos
cuya leche perdona a la madre, al padre y a su hijo.
Creí en el cavador de pozos cuya vida transcurrió sin dejar huellas
andando por debajo de la tierra, buscando elcauce originario de un río
y cuya mirada orienta aún a los caballos
porque conoce la máscara de polvo y de sudor de la sed.
Creí en el eterno captador de venas ocultas
en el nudo apretado de tinieblas que es el árbol.

Pienso en el poder de mis pocos objetos
que adquieren otro orden al comenzar un poema.
Madera dispersa de un viejo y olvidado naufragio
o vaso desenterrado donde el agua es más fresca.

Ellos son hechos con el polvo de todos los objetos
donde han desaparecido los días anteriores
menos este amanecido y enceguecido resplandor
preso en la telaraña resinosa de un pino.

Cuántas veces se cruzaron en mí dos o tres objetos
haciéndome unir la primera con la última línea
en una imagen indescifrable del lenguaje de las cosas.

Que otros se dejen arrebatar por las cosas hechizas.
Yo pienso en el trabajo hecho por el buen utensilio
de mango suavizado por el amor más durable.

Los verdaderos poemas son los póstumos
que se escriben a oscuras con la luz del relámpago.

Busquemos la llave que el mismo poeta escondió
en lo más visible del árbol
...................... su desnudez de invierno
o en lo más oculto de la raíz
....................... su sombra cuando florece.

Es bella una página como una mano abierta bajo la lámpara
con que se alumbran las tinieblas del origen
la tierra que un niño al nacer
...................... hace nacer
que un hombre al morir
............ hace morir

Oigamos su acento más puro
......... el de su propio silencio
parecido al silencio del animal mirando el mundo
y sabremos por qué se vive y se muere.
El poeta no alcanzó a decirlo y ése es su mérito mayor.
Abolir el tiempo es escribir un poema verdadero.

Si un niño entra sin ruido en mi cuarto es porque me vio
cortar una rama florida
como si fuera un ladrón en mi propio jardín.
Y es porque he pensado en él al encender la lámpara.
Siempre pienso en alguien al sentarme a la mesa vacía
y más ahora que han florecido los árboles.

Si un niño entra sin ruido es porque es igual a todos los poetas
quienes recuerdan un solo momento
y hacen de todos los lugares uno solo.

Cuánto se alegra de ver la rama florida en mi mesa
porque toda flor se convierte en su mente en una fruta madura.
Y el niño la olorosa como huele también mi mano.
Así lo he visto hacer con el pan, con el paño que lo cubre, con las cartas.
Y cuánto se alegra de ver todo el jardín en esta sola flor abierta.

Busco la compañía del agua y de la tierra
y como ya no puedo confundirme con ellas
............. las uno
si desposarlas es coger el barro de que fuimos hechos
amasándolo en mis manos hasta olvidar quién soy.

Yo mezclé la tierra con el agua sin ser alfarero
con una especie de goce doloroso
como si debiera destruir todo lo que hacía con esa pasta sagrada.

Si el poema no es más que el silencio de todos los poemas
la balanza donde se pesan la luz y el aire con el alma
.......... de las piedras
la única mirada que se recobra.
Si el poema es eso
quisiera ser escrito de nuevo por la mano que me creó
en esta misma página, en esta misma mesa y con mi lámpara de barro.



RECETA PARA EL AMOR

Para males de amores
dormir tres días,
dormir con ropa puesta
y luz prendida.
¿Y luz prendida?
Dormir tres días,
sus manos y sus ojos
que desvivían,
desprender su fragancia
con agua fría,
en la mañana
de los tres días.
¿De los tres días?
¡De tres mujeres
con que dormiste estos tres días!




CANTO A ESTA MUJER

Canto a esta mujer que me acompaña
hija, hermana y madre ella misma,
tierra de donde me alzo al sol primero
y después dulzura que llena mis frutos.
Canto a esta mujer que está en silencio
como millares de hijos en el vientre,
pero que silenciosa viene y va
más liviana que un pájaro en el viento.
Canto a esta mujer que está tejiendo,
a esta otra que está amamantando,
canto en ellas a la fertilidad
y a la eternidad de mis huesos en la tierra.
Canto a esta mujer que ahí me espera
como puerta en la inmensidad del mundo,
a estos cabellos donde se enreda el viento
que empuja nuestras banderas al combate.
Canto a esta mujer de larga cabellera
y a estos de donde nace el agua,
canto a su sexo de donde volveré a nacer
y a su sangre que regará sin término.
Canto a esta mujer que me acompaña
con los senos henchidos por mi anhelo.
Canto a esta mujer, todas las mujeres,
y dejo la esperanza perseguida del hombre
en la tierra sagrada de sus vientres.




SI HE DE TENER CONTIGO UN HIJO

Si he de tener contigo un hijo,
que éste llegue
cuando nuestra casa sea toda la tierra.
Si hemos de dejar un heredero,
que éste venga
para mirar sin asco nuestro mundo.
Si he de hacerte madre,
que sea con amor
y no con verguenza de vivir y de ser hombre.
Si hemos de traerlo, conquistemos para él
el derecho de ser libres
para que después no nos maldiga.
Conquistemos la tierra donde habrá de crecer,
para que después no nos olvide
al no encontrar nuestras raíces.
Conquistemos la paz en que habrá de construir,
para que después no nos desprecie
al impedírselo sus propios hermanos.
Que nuestro hijo rasgue en dos tu vida
y tu grito de dolor conmueva las estrellas;
hienda en dos mi canto, y por mi herida
entre el sol a todas las conciencias.


editor

José Ángel Cuevas (1944-Santiago-Chile)


Proyecto de País/fragmentos


2.2.1

......... Aquí y ahora/ levantada la maleza
al interior del espacio que uno Es
uno que fue chileno
ya no es nada
un país que el sol calienta algunos meses del año
un film
un canto fúnebre, dice el ex-poeta.

Nada es lo mismo en la Transfiguración.
Por mucho que empujemos/ las cosas volverán a su lugar.
Será el olvido cada día…

Caserones vacíos
fierros retorcidos/ hangares de las S.S.
El cerro está donde mismo siempre.
El país es un inmenso texto
que los posmos van a deconstruir
unos cantos materialistas e históricos.

Todo volverá donde mismo.
No hay nada que hacer si empujamos estas montañas…


2.5

Ya de vuelta; ¿cómo va a crecer la chilena/ L´mano dura?
En condiciones de convalecencia/ la poesía es su única utopía
la poesía la lleva por cités y puentes del Mapocho
la deja en restaurantes/ allí sentada la tonta/ noches enteras
le habla del sur/ árboles y ríos en la mesa puesta.

Generales/ coroneles/ llorando a gritos en el Poema de Chile.
La poesía da cuenta de unas bazofias/ unas AKA6/ unos M16
vuela cerros ciudades imaginarias.
Dice unas cuantas idioteces al paso de las nubes.


2.6

De pie frente a la cordillera que está allí
quieran a sus padres/ hijos/ esposas.
No los dejen nunca/ nunca:

Mi amorcito yo no te dejaré nunca
se caerá la tierra/ se acabará el agua del mar
pero nosotros estaremos siempre juntitos/ uno
para el otro/ vamos a ir por los campos/ amorcito mío
te voy a comprar una falda de cuero/ un auto
de segunda mano.

Que seamos felices hasta la muerte
por lo menos.


2.7

Es la miseria, ya se sabe.
Y la misericordia.


3.0

Se pierde la historia del Restaurant Chile
un diario de crímenes
un encuentro de ancianos
nadie reescribió ese historial/ esa inmundicia
los lugares vacíos de los posmos
se pierde la historia de chile chico
unos paros nacionales/ vapores madres

A) la Insurrección de la carne 1905
B) El Coronel Barboza mató a Lentú
C) nadie fue a defender nada de nada
murió solo el hombre/ al fin
se escucharon las incidencias por cadena de radio y tv de la fuerza armada
hijos de nadie
hijos de don Reca/ del Cabro Carrera/ la Huasa Elena.

Se pierde la historia del ex Chile
en el desierto…


3.4.1

Pidamos ahora que el Tren Instantáneo de Nicky Parra Sandoval
llegue por fin hasta la puerta de esta casa abandonada
y los enfermos de Urgencia y Emergencia.
Unos muchachos llenos de sangre
en la Dirección Nacional
la niebla se pasea dentro de sus pechos.

Yo, Efrén Sepúlveda Fica
enfermo como estoy, en cama, pero
en mi sano juicio declaro este infinito Hospital
Chile Restaurant/ que nos rodea/ ventanilla 4 escalera
unos currículos de pobres infelices/ y de allí a la Of. De Partes
subieron a los Cielos.


3.4

El ex poeta se lo había vivido todo
tenía un poderoso inconciente colectivo
para él solo. (…)






Liquidación del Yo

¿Qué importa quién hable?
Samuel Beckett

Yo soy el que soy
un pobre tipo de Chile
padre de tres hijos y una mujer errática
no bebo no fumo no tengo nada que decir
después de dar por terminada
la Ocupación FF años/ años y años.
No creo absolutamente en nada
sólo en un dios cualquiera.

El aire huele a pobreza
no sé qué será de mí.

Después de una larga temporada
he conseguido trabajo
pero mi casa está vacía, mi mujer
todo el santo día/ dice incoherencias
su padre muerto/ canciones olvidadas
un olor a viento recorre las personas
alguien vuelve de los cerros, etc.

Cuando todo tenía sentido
yo esperaba micro/ subía unos montes.

Yo/ es nadie
podría sucumbir aquí mismo,
ya hice lo que se debe hacer
tuve hijos fui feliz
fui infeliz
viví al tres y al cuatro.

No hay interés en bailar
no creo en el alcohol
ni en el cigarrillo.

Sólo creo en mí mismo.
Aquí dentro está el universo
resuenan épocas gritos
por las calles en silencio.

Sólo creo en mis propios
zapatos cafés subiendo
la escalera de todos los días.

editor

White, el músico cubano autor de “Zamacueca”


White, el músico cubano autor de “Zamacueca”
Virginia Vidal
(compartido con Anaquel Austral)



Descubrimos con alegría que una escritora chilena inspiró al músico cubano José White para componer su “Zamacueca”(1878), como lo cuenta con sencillez Martina Barros de Orrego (1850-1944) en “Recuerdos de mi vida”. Ella habla de lo popular que fue la cueca en su tiempo y no olvida “aquellas reuniones en que se bailaba y cenaba muy bien; a última hora se servía ponche en leche caliente, que lo llamaban “gloriado”, y se bailaba inevitablemente la zamacueca. En esto eran eximias las señoras principalmente y alguna que otra niña, pero todas lo hacían con mucho arte y mucha gracia. Allí, como era natural, aprendí a bailarla. Y después en Santiago fue mi fuerte en todos los bailes a que asistí. El famoso violinista White compuso la famosa cueca que lleva su nombre viéndome bailar y siguiéndome por todo el salón con su violín” (Editorial Orbe, Santiago, 1942).
Cuando apreciamos la admirable labor de Daniel Muñoz, actor y cantante de cueca brava, nos inclinamos a saber más de esta cueca urbana y de origen afro, de una historia mucho más rica que el intento mecánico de imponerla por decreto. Es penoso ir a San Pedro de Atacama y ver a los niños y adultos disfrazados de huasos interpretando obligadamente un baile ajeno a sus raíces: lo mismo ocurre en Pucón, donde también se disfraza de huasos cuequeros a niños y niñas mapuche.
Volvamos a José White (1836-1918), admirable músico cubano de origen afro que fue reconocido por su talento y su espíritu patriótico por José Martí. White obtuvo el Primer Gran Premio del Conservatorio de Música de París, luego de perfeccionarse durante un año (1855) con el violinista y pedagogo Delfín Alard, quien fue también maestro de Sarasate. Pero no sólo alcanzó tan alto reconocimiento, pues con el paso del tiempo, en 1884, ocupó la cátedra de su maestro Alard en el Conservatorio de París, a más de ganar el máximo reconocimiento como intérprete de las obras de Bach, Beethoven y Mendelssohn. Cabe tener en cuenta, además, que fue el poseedor de “El Canto del Cisne”, el último violín que construyó Stradivarius.
White nació en Matanzas el 1º de enero de 1836 y murió en París el 12 de marzo de 1918. Recibió las primeras lecciones musicales de su padre, y, luego, de otros profesores. Llegó a dominar dieciséis instrumentos, algunos muy antiguos, sobre todo, violín. Compuso a los quince años una misa a dos voces y orquesta. A los diecinueve dio su primer concierto de violín, acompañado al piano por Gottschalk. En 1855 embarcó rumbo a Francia, donde ingresó en el Conservatorio de París a fin de cursar estudios superiores de violín, así como de armonía y composición. Poco después fue profesor teniendo entre sus discípulos a Ernesto y Thibaud. Volvió a Cuba, dio conciertos en La Habana y Matanzas. En 1860 se estableció nuevamente en París, conquistando renombre como violinista. En 1875 llegó a La Habana, pero acusado de actividades independentistas, tuvo que salir precipitadamente hacia México; pasó luego a Venezuela y a Brasil, donde fundó la Sociedad de Conciertos Clásicos, junto a Arthur Napoleao, y trabajó como director de orquesta y como director del Conservatorio Imperial. Estuvo más adelante en diversas ciudades, radicándose definitivamente en París en 1888. Entre las obras más notables que compuso figuran Concerto para violín y orquesta, Cuarteto, Seis estudios brillantes para violín, Quinteto, Bolero para violín y orquesta, Marcha cubana, Danzas para piano, y Variaciones sobre un tema original para clavicordio y orquesta, entre otras.
Su paso por Chile dejó huella.

El presidente José Manuel Balmaceda tuvo como subsecretario de Hacienda a Isidoro Vásquez Grillé, miembro del directorio del Partido Liberal Democrático. Don Isidoro estudió música en Talca con el pianista Falk; éste acompañó al famoso violinista cubano José White, mulato expulsado de su patria, cuando estuvo en Chile en 1878. Niño prodigio: dio a conocer su primera composición a los doce años, en 1876. Entre sus muchas obras, se recuerdz la dedicada al Comité «Manuel Rodríguez», más tarde himno oficial del Regimiento Talca. Otra la dedicaría a los niños huérfanos de la guerra. Su zarzuela “Don Cleto” le dio una enorme popularidad.
Según nos contaba el compositor Fernando García al hablar de las consecuencias que tuvo en la música la guerra civil de 1891, Vásquez Grillé tuvo que ocultarse y vivir una penosa clandestinidad. El pianista Falk supo entregar la memoria de White a su discípulo quien, huyendo de las represalias de los triunfadores, vivió de la música mientras estuvo escondido. Para ello, hubo que valerse de la buena voluntad de un amigo que llevaba sus composiciones a un comerciante y las imprimía (en aquel tiempo, había casas editoras de música en Valparaíso).La clandestinidad no mataba su inquietud por el trágico acontecer nacional. Es así como algunos amigos suyos le publicaron bajo el pseudónimo “P.Pinochet” una cuadrilla titulada “La Revolución de 1891”, inspirada en el levantamiento armado de Pozo Almonte.
El músico furtivo nunca pudo olvidar la imborrable emoción que lo asaltó un día cuando iba caminando y sintió una música muy familiar. Se detuvo ante la casa, golpeó, lo hicieron pasar y conoció a la niña que la interpretaba.
Isidoro Vásquez Grillé no omitió las composiciones de White. Esta suerte de transmisión de un legado musical tiene enorme trascendencia, por cuanto White, “mulato expulsado del suelo patrio”, por defender la causa de la independencia, fue recibido en nuestro país con entusiasmo y gozó del cariño y la popularidad que ameritaban su cultura y talento. El afecto fue recíproco, por cuanto compuso dos curiosas zamacuecas que más tarde divulgó ampliamente.
De la permanencia de White en Chile y de sus zamacuecas, dio vasta información Pablo Garrido en su “Historial de la cueca” (Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1979):

“Desde su primera presentación (Valparaíso, 16-II-1878), causó expectación por su destreza virtuosa, bello sonido y profunda musicalidad. White supo responder al afecto de los chilenos, escribiendo dos presuntas zamacuecas para violín y piano, las que más tardé paseó por todo el mundo”.

En efecto, el cubano White incorporó sus zamacuecas a su repertorio y elevó el nombre de la danza nacional chilena a los más selectos auditorios de su tiempo.
Pablo Garrido, quien hizo el análisis estructural de texto y música de estas zamacuecas, conoció el original de White, en poder del violinista panameño Alfredo de Saint-Malô, del cual obtuvo una copia fotostática. Dicho documento musical carece de texto poético. Sin embargo, las ediciones de Carlos F. Niemeyer y de A. Friedenthal publican las correspondientes cuartetas.
Es de esperar que llegue pronto el día en que las zamacuecas de White sean conocidas por todos.












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