sábado, 6 de noviembre de 2010

Walter Rojas Alvarez (Tocopillla-1958-Chile)


Walter Rojas Álvarez (Tocopilla-Chile-1958)


TODA HISTORIA ES REDONDA COMO LA TIERRA...

Primera escena

Cuesta arriba subiendo el cerro Barón raja de curaos como tabla iban el loco rimbaud el cholo y el mismísimo conejo maldito atravesando impertérritos y locuaces la chascona noche porteña sin diasepan alguno para no alterar las visiones por parir deben haber sido como las 4 a.m. ya que el cielo era un gran chaleco negro de la Ligua sin ninguna estrella ninguna en el oceánico firmamento de la desesperación y la angustia Y las putas de siempre almas gemelas del errante retorno del trasnoche travesti rondando una vez más en calzoncillos el polvoriento bulevar de los sueños rotos borrachos de nomeolvides y guitarras ciegas de amor en la triste esquina del boliche el obsceno pájaro de la noche donde el cholo se lanza feroz meada toda en nombre de la poesía toda mientras el conejo maldito se pone a cantar a todo chancho la canción de los buenos borrachos en esas mismas calles que anduvo el gonzalo el poeta del falo y el mismísimo patas negras del neftalí reyes pero como en alicia en el país de la antipoesía todo cambia hermano todo cambia y las luces de neón son remplazadas por luminosos atractivos incendios al patrimonio cultural de la demagogia y los poetas porteños donde andarán con sus faroles de luciérnagas oceánicas y las niñas que besan y se van AMO EL AMOR SIN CALZON DE LAS NIÑAS QUE BESAN Y SE VAN chorreando solitas como helado que se derrite entre languetazos de arriba hacia debajo de abajo hacia arriba ya que en cada puerto una traición espera las colegialas besan y se van mientras tantos bajo el amparo de la noche cruel el conejo maldito se masturba públicamente secando la última botella de ron piratas y se manda ni que graffiti en la esquina del bulevar de los sueños rotos.


Segunda escena


La juani enferma de volá se baja los calzones pà echar la inmensa ni que mea debajo del poste de la luz que no alumbra ni la esquina de los corazones rojos ni el corazón de esta demogracia congelada en la medida de lo posible entonces ella se abriga calle abajo se desliza caracol calle abajo por si salen unas monedas cachai calle abajo como babosa entumecida esperando encontrar algo parecido a un crucifico o un pedazo de tabla rota pá aferrarse por la virgen maría pá no naufragar no naufragar en el infierno de la globalización you tu arroa Hotmailputocom.


Tercera escena


Lo tiene loco la pasta base chiquillos
Lo tiene loco el culo de la negra mi amorcito
Allá en los baldios de los paraísos artificiales
La volá es sin calzón hermanito.





Sin Título o la nueva novísima


“La realidad sólo es la base, pero es la base”.
(Juan Luís Martínez)



Dejen en paz las bolsitas de té Supremo
Las fotocopias de imaginarios certificados literarios
Las manchas de tinta en trasnochadas servilletas de papel
Los recortes de fotos y otros cachureos caseros publicados
En celosas cajas de cartón piedra

Dejen tranquilo el pasado Dadá
No nombremos más a Altazor
Dejen en paz a la Mandrágora
Dejen en paz los artefactos de Parra
Dejen descansar tranquilo a Juan de Dios Martínez
Y la Nueva Novela de Bolaño
Dejen en paz también al Claudio Bertoni
Con sus cochayuyos y sus juveniles culos tan necesarios
En la paz de la nueva la novísima poesía chilena
Cierto que sí HH

Aleluya hermanos,
Alabado sea el pulento.






LA WEB



La web de las vanguardias de las vanguardias
ParraTrilce@LosGemidosrunrúnsefuepàlnorte.com
Así que,
Sigamos besándonos fugándonos el uno en el otro
Y el otro en el uno y de antología en antología
Y de página en página puesto que este poema
Dice lo que dice sin decir lo que no dice diciendo
Amén.





ESCRITO CON SAÑA



Ojeroso
Mal parido
Mal hablado
Con la soledad del cactus en los ojos
Aborto la escritura el poema
Y escribo con saña con sangre en el ojo
Estas mutiladas putas líneas de nadie
Y aborto estos malísimos inútiles versos
De toda antología chilena.


BIOGRAFIA



Analfabeto
Igual que el padre del padre de mi padre
Navego lento amorfo navego entre la memoria
Y la página en blanco

Analfabeto y marginal de toda escritura
Me sobrevivo preñado en poesía
Igual que el padre del padre de mi padre.


PERDONEN LA URGENCIA DIAGUITA


A decir verdad ebrio de trementina y peyote
Caminé muchas veces el mar empetrolado de Arica
Y nunca la encontré en ninguna playa ninguna

Pero si en alguna esquina de la palabra
Te encuentras con Carlos Amador Marchant
Pregúntale por su perfil que da al desierto de los milagros
El te dirá sin pelos en la lengua como era su voz de cactus nortino
Puesto que estoy hablando en luna llena de la Nana Gutiérrez
Perdonen la urgencia diaguita
Okey.

DEL OCIO NATURAL


Es una fría mañana de agosto
Y navego en la Web en ociosa lentitud
De querer perder el tiempo y que el tiempo se pierda
Al final de este verso mal parido

Y como no sé inglés no leo poetas de Nueva York
Sólo me quedo reincidentemente leyendo a los poeta peruanos
Y me quedo contemplando a través de la ventana el dulce verdor
De la pachamama fumando un último cigarro al final de este verso de nadie.



editor

Poemas de Oliver Welden (Santiago-1946)



Poemas de Oliver Welden


ADVERTENCIA


Ërase un hombre solo,
demasiado solo;
cuando sentado en el baño
dejaba correr el agua
para escuchar su sonido;
En su oficina de correos dialogaba
con las cartas y en sueños
visitaba a los destinatarios. Falleció
la primavera recién pasada:
al cajón le ajustaron las manillas por dentro
para que esa mañana
se condujera solo al cementerio.





Solitario serrallo en prosa para una mujer de caderas andinas



Te veo en una fotografía del busto para arriba, en blanco y negro,
mirándome fijo, con el Océano Pacífico al fondo y el manchón
borroso,
justo sobre el horizonte, allá lejos, a tu derecha y a tus espaldas,
del pelícano que en ese momento preciso pasó volando con su
inmenso pico.
Y tu cabello peinado por el viento de Tarapacá y tu brevísima camisa
de vuelos amarillos sobre tus senos redondos y veo tu boca.
Levemente morena la piel contra el bordón blanco de la espuma del
mar
y tus ojos quietos -siempre tus ojos- negros y húmedos como la uva
negra
de donde vino mi vino Pintatani. Era roja tu falda, una cuarta
sobre la rodilla, chupando todo el fuego del sol: y no tenías traje de
baño
debajo ni calzón ni nada en esa soledad de agua y de sal y arena
y de cielo azul, en el Norte de Chile, donde entre Antofagasta y
Arica te amé
sobre la arena y en el agua, años y años amándote en las alturas de
Parinacota y Toconao
-en las alturas cimas de tus pezones chilenos- y en la profundidad
estrecha
de tu bajo vientre latinoamericano, en la fosa marina continental,
placa tectónica llena de mariscos, moluscos, jaibas, erizos y conchas
vivas:
ambos con los dedos de los pies y los talones cavados en la playa.
Y me miras todavía desde una fotografía que yo tomé hace más de una
vida.



Lo que aquí ves construido

Todo lo que aquí ves construido, el cimiento de cemento y sobre él la
casa,
fue armado con medidas de amor y tiempo, pero hoy aparecen los
candados
con sus llaves perdidas, las puertas descuadradas, el polvo y las
cadenas,
confundiéndolo todo, los papeles y las ropas, los zapatos cambiados,
el alimento frío y nada se escapa al desorden: los vasos sucios,
el vino destapado, el pan cubierto de moscas y la casa entera
que levemente tiembla con el sordo rumor del abandono.
Gira el día de la mañana a la tarde y de la tarde a la noche y con el
giro
la luz se desplaza de los libros en las repisas a las ollas en la cocina,
del piso al cielo raso, del suelo al tejado, del techo al aire,
para que una sombra caiga de golpe y pesada, al igual que este amor
oscuro
que hoy te hace desaparecer llevándote todas mis palabras.



Tu gran estómago de bebedor viejo


Tu gran estómago de bebedor viejo reluce esta noche
como una bola cubierta de oscuros pelos.
Por la radio se escucha la música de la película Zorba
y es muy tarde para recordar el nombre de pila de Teodorakis
mientras tu mano hace miriñaques con el filo de la navaja.
Qué disculpa te darás cuando amanezca?
Por ahora son tuyos los sueños de los luminosos bebedores
y también a no dudarlo eres cada vez más distante.
La cena que te has servido será repetida te lo prometes
pero tal vez en qué otra circunstancia menos lenta que ésta.
Mañana recogerás la cuchara el único plasto sucio la copa
Y descubrirás su fondo marcado sobre la tersura del mantel.


Cuestión de tiempo

Retornas apoderándote de mis viejos calcetines y es
firme tu asidero en el diseño de la lana.
En cuestión de horas ya tienes revisados mis hábitos
de siempre, el ínfimo itinerario de mis cosas
diarias y con todo has decidido castigarme poniéndome
en los ojos tus ácidos sostenes. Yo castigo
es el verbo que conjugas de memoria: tú me castigas
y haces otra vez girar el tiempo para detenernos a mirar
tal vez cualquier puesta de sol,
sin saber a ciencia cierta quien naufraga o quien devora.



Lo que dicen tus manos

No alcanzo a medir lo que dicen tus manos
pegadas a la ventana del autobús que parte:
si un adiós a la luz de la velocidad del camino
o la señal de que me tocas a través del vidrio:
es el ritmo del motor lo único que me llega.
Y así nos vamos de ida y de regreso,
sin que nada otra vez quede de esta nueva partida,
sólo la imagen de tus manos.


Oliver Welden: Santiago de Chile,1946. Autor de: Anhista (Santiago, 1965); Perro del Amor (Antofagasta, 1970); Fábulas Ocultas (Lar, 2006); Oscura palabra (2009, edición personal). Mantiene inéditos: Corazón de la Sangre, Testimonio del Escriba, El Libro de Eugenia. Poeta de larga trayectoria en las letras nacionales. Mantuvo treinta años de silencio viviendo en Estados Unidos. Hoy radica en España y Suecia, simultáneamente. Junto a Alicia Galaz, dieron vida a Tebaida, una de las revistas literarias más importantes, junto a Trilce y Arúspice, del concierto literario chileno de las décadas 60 y 70.


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