martes, 2 de noviembre de 2010

El poeta de Texas escucha leer en español a la poeta de Chile


El poeta de Texas escucha leer en español a la poeta de Chile
Robert Cowser

El ritmo del poema es como un tatuaje que pasa rasando
la superficie del aire denso de la sala, repitiendo como un eco
el tamborileo de la lluvia sobre el alféizar de la ventana.
Escuchamos zetas castellanas y consonantes labiales
agitarse como boyas al viento sobre el Lago Chapala.
Ya conocíamos algunas palabras españolas como amor y muerte,
aunque lo que realmente hacen esas palabras en un verso
es crear un estado de ánimo, algo así como las notas de una sonata.
Para nosotros, los anglos, los fonemas eran como aquellos
que Gertrude Stein pudo haber pronunciado en París,
hace ya muchos años, si hubiese sido latina:
la rosa es la rosa es la rosa.


La génesis de este poema -que escribí en 1999- se remonta a muchos años antes.
Desde muy joven me fascinó el sonido del idioma español. En la granja, en el norte de Texas, donde crecí, escuchaba las transmisiones en español de las radios mexicanas de los pueblos a lo largo del Río Grande. La rapidez con que hablaban los locutores me hacía imposible comprender donde terminaba una palabra y
comenzaba la otra. Sin embargo, muchas de las palabras de las canciones que se transmitían eran distinguibles (me fascinaba la música de los acordeones y las guitarras y las voces de los tenores en Allá en el rancho grande, una de mis favoritas).
Cuando niño, nunca tuve la oportunidad de estudiar español como alumno en las escuelas rurales, pero ya mayor, apenas entré a estudiar pedagogía, me matriculé en los cursos de español. En mis viajes a México hacía lo imposible para platicar con los conductores de taxis, los camareros, los dependientes de tiendas y las familias con las cuales me hospedaba.
Luego, como profesor, al trasladarme al este del país, excepcionalmente tuve la oportunidad de escuchar o de hablar español, hasta que, en 1989, llegó a la Universidad del Estado de Tennessee, donde yo trabajaba, la catedrática y poeta chilena, Alicia Galaz Vivar.
En ese tiempo la universidad auspiciaba todos los años una lectura de poesía con la asistencia de los poetas de la región. Alicia siempre participaba con la lectura de uno o dos poemas en el español original y, luego, la versión en inglés.
Los temas de sus poemas mostraban una perspectiva feminista del mundo machista, que me interesó, y comencé a leer sus libros que pude encontrar en la biblioteca de la universidad. Descubrí que sus poemas captan –con impresionante originalidad- esa posición antimachista latinoamericana.
Esa noche de primavera de 1999, pocos minutos antes de que comenzara la lectura, una furiosa tormenta eléctrica azotó la ciudad. Cuando Alicia leyó, todavía se escuchaba el repiqueteo de las últimas gotas de lluvia sobre los alféizares de las ventanas abiertas de la sala y se podía ver el resplandor distante de los relámpagos de la tormenta que se alejaba. Nunca he olvidado la impresión que me causó escuchar sus poemas en español y de cómo entendí algunas de las palabras de un poema en especial, Hembrimasoquismo (**) que, si bien se refieren a una dependencia doméstica y económica, son, a la vez, simbólicas palabras de independencia.
Mientras escuchaba las palabras en español, antes de oír la traducción al inglés, me sentí motivado, impulsado, a escribir una respuesta en forma de poema: un responso a esas hermosa música de frases y versos. Me di cuenta, entonces, de que estaba experimentando una nostalgia, una añoranza: lo que William
Wordsworth describió como epifanía del recuerdo.
*

Robert Cowser (1931; Saltillo, Texas), es poeta y profesor emérito de inglés en la Universidad del Estado de Tennessee.

* Este artículo y el poema han sido traducidos del inglés por Oliver Welden
** Jaula gruesa para el animal hembra (Arica, Chile: Ed. Mimbre-Tebaida, 1972)

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